Estuve probando diversas formas de cocinar el arroz yamaní. Adelanto que hasta ahora fui infalible: no se me pasó una sola vez. Siempre llego cuando está justo a punto. Aún así, mi profesor de guitarra, Uki Tolosa, me mostró un método propio, el cual me encargué de poner en práctica, y puedo dar fe de sus excelentes resultados.
El agua de cocción tiene que ser sí o sí filtrada. Este medio de cocción es el único que hidrata los granos en el tiempo ideal. Intenté con agua mineral y tardó más de dos horas con idéntica proporción (ídem con la de la canilla).
Se coloca una parte de arroz yamaní por seis de agua filtrada y a temperatura ambiente. Se coloca la cacerola a fuego máximo, destapada, hasta que hierve. Tras esto, bajamos el fuego al mínimo y tapamos nuestro recipiente parcialmente. A partir de allí, se toma el tiempo de cocción, que suele ir de 45 a 55 minutos, dependiendo de nuestro gusto: yo lo prefiero un poquito más cocido que al dente; mas, como dije arriba, me guío más bien por intuición, así que es sólo una aproximación, y cada uno lo adaptará de acuerdo con sus necesidades y resultados.
Otro punto a tener en cuenta: no le añado sal de ninguna clase al agua de cocción, dado que uso el arroz tanto en preparaciones dulces como saladas. Me gusta hacer ensalada, guiso, leche de arroz, terrina, o comerlo tal como queda, sin sal ni aceite. Dejo en manos del lector la decisión; yo recomiendo el hervor puro y agregar los condimentos una vez que está listo: se aprovecha mejor en todo sentido.